- IVA: el impuesto sobre el valor añadido es el más habitual en cualquier factura. Escoge el tipo de IVA aplicado a tu factura: general, reducido, superreducido o exento, pues en algunos sectores o situaciones el IVA no es obligatorio.
- IRPF: es otro de los impuestos habituales entre los autónomos. El impuesto sobre la renta de las personas físicas tiene diferentes opciones de retención: general o reducida y dos opciones más en función de la actividad, actividades ganaderas y agrícolas y actividades forestales.
- Recargo de equivalencia: por último, y no tan habitual, puedes seleccionar una de las opciones de recargo de equivalencia si tienes obligación de incluirlo en tus facturas. Se trata de un régimen especial de IVA obligatorio para comerciantes que no realicen ningún tipo de transformación en los bienes que comercializan. El recargo de equivalencia es un IVA añadido al que corresponda a la factura y existen cuatro opciones: general, reducido, superreducido y el especial para el tabaco.
Verás los resultados de cálculo de la factura en el cuadro de datos de la derecha, que no es más que el detalle en importe de cada impuesto y el importe de la base imponible y el total factura.
Las facturas, ya sean de pago o de cobro, son instrumentos perfectos para obtener financiación de circulante o de corto plazo. Con ellas puedes tanto anticipar tus facturas de venta como aplazar las facturas de proveedores gracias al confirming, en su modalidad de pronto pago.
Por otro lado, las facturas generan necesidades de financiación de los impuestos derivados de ellas, así que llevar un control agregado y detallado de todas las facturas emitidas y recibidas es fundamental. Puedes visitar nuestra sección de plantillas financieras para encontrar una utilidad que te ayude al control de las facturas de una empresa o negocio.