Qué tipos de inflación existen
La inflación mide el crecimiento de precios, normalmente entre un año y otro, y es de vital importancia para la estabilidad de una economía. Es tan importante que, en Europa, el único objetivo del Banco Central Europeo es velar por la estabilidad de precios en la zona euro, en el 2% de crecimiento interanual más concretamente. Pero cuando hablamos de inflación lo podemos hacer desde diferentes perspectivas, lo que genera distintos tipos de inflación que podemos clasificar de la siguiente forma.
Tipos de inflación en función de su origen
Inflación de demanda: Se produce cuando la demanda de bienes y servicios crece y supera a la oferta que se mantiene constante. Esto puede ser resultado de un aumento en el gasto público, un aumento en la inversión privada o un aumento en las exportaciones, entre otros.
Inflación de oferta: se refiere a una situación en la cual los precios generales de los bienes y servicios en una economía aumentan debido a shocks o interrupciones en la oferta, por diferentes causas.
Inflación de costes: Es causada por el incremento en los costes de producción, lo que lleva a las empresas a aumentar los precios para mantener sus márgenes de beneficio. Los incrementos en los salarios o en los precios de las materias primas son ejemplos comunes de causas de este tipo de inflación.
Inflación estructural: Está relacionada con factores estructurales de la economía, como pueden ser la falta de infraestructura o problemas en la distribución. Este tipo de inflación no está vinculado directamente con variables monetarias o de demanda y está muy relacionada con la inflación de oferta.
Tipos de inflación en función de su comportamiento
Inflación moderada: Es cuando el nivel de aumento de precios es predecible y se mantiene estable a lo largo del tiempo. Suele ser la que menos preocupaciones genera en la población y en los agentes económicos ya que es la inflación deseada.
Inflación galopante: Se refiere a un tipo de inflación muy elevada, pero que aún es controlable. Los precios aumentan a tasas de dos o tres cifras (es decir, entre 10% y 999%) en un año.
Hiperinflación: Es un tipo extremo de inflación, donde los precios aumentan más del 1.000% anualmente. La hiperinflación suele estar asociada con crisis económicas graves y con pérdida de confianza en la moneda nacional.
Estanflación: Combinación de estancamiento económico y alta inflación. Los precios suelen crecer cuando también lo hace la economía, de forma que la combinación de estancamiento económico y alta inflación es un caso especial de inflación que presenta un desafío particularmente complejo para los responsables de la política económica. Las herramientas convencionales que se utilizan para combatir la inflación (como la restricción monetaria) pueden empeorar el estancamiento, mientras que las medidas para impulsar la economía (como el gasto fiscal expansivo) pueden intensificar la inflación.
Desinflación: Se refiere a la reducción en la tasa de inflación. Es decir, los precios siguen aumentando, pero a un ritmo más lento. Se da cuando las políticas aplicadas para combatir la inflación empiezan a hacer efecto en la inflación, que va moderando su crecimiento.
Deflación: Es la disminución generalizada de los precios de bienes y servicios en una economía. Aunque puede parecer algo positivo, la deflación sostenida puede tener consecuencias negativas, como la caída de la producción y el aumento del desempleo, ya que puede llevar a las personas a retrasar compras en espera de precios más bajos.
Tipos de inflación en función de cómo se calcula
Inflación general: Es el aumento porcentual de los precios de un conjunto amplio de bienes y servicios en un período determinado, generalmente un año. Se mide a través de índices de precios, como el Índice de Precios al Consumido (IPC). Esta inflación refleja la variación de precios de prácticamente todos los productos y servicios de la economía.
Inflación subyacente o núcleo duro: Excluye los componentes más volátiles del índice de precios, como alimentos y energía, proporcionando una medida más estable de la tendencia inflacionaria. Estos componentes pueden tener fluctuaciones significativas de precios en períodos cortos debido a factores estacionales, desastres naturales o conflictos internacionales, entre otros. La inflación subyacente proporciona una visión más limpia o estable de la tendencia inflacionaria de una economía, ya que se centra en aquellos precios menos susceptibles a variaciones temporales y bruscas.
La diferencia entre estas dos medidas es crucial. Mientras que la inflación general proporciona una imagen completa de la evolución de los precios, la inflación subyacente ofrece una perspectiva sobre la tendencia subyacente de la inflación, eliminando factores temporales o excepcionales que puedan distorsionar el panorama general.
Los bancos centrales y otros organismos encargados de la política monetaria a menudo prestan atención a ambos indicadores, pero pueden centrarse más en la inflación subyacente al tomar decisiones de política monetaria, ya que esta refleja más fielmente las presiones inflacionarias estructurales o persistentes en la economía.