
La tasa de esfuerzo es el porcentaje de los ingresos netos mensuales que una persona o familia destina al pago de la hipoteca o el alquiler. Es un indicador clave para evaluar la capacidad de endeudamiento y la sostenibilidad financiera de un hogar.
Por lo general, se considera recomendable que la tasa de esfuerzo no supere el 30-35% de los ingresos familiares, ya que porcentajes superiores pueden comprometer la capacidad de afrontar otros gastos esenciales.
Por ejemplo, si una familia percibe 2.500 euros al mes y destina 750 euros a su hipoteca, su tasa de esfuerzo sería del 30%. Esta cifra indicaría que el gasto en vivienda está dentro de un nivel prudente.