
Un préstamo convertible es un tipo de financiación que permite convertir la deuda en acciones de la empresa prestataria en determinadas condiciones previamente acordadas. Este tipo de préstamo es común en startups y empresas en crecimiento, ya que permite a los inversores obtener una participación en el capital social si el negocio prospera.
El préstamo convertible se caracteriza por tener un plazo de vencimiento y un tipo de interés pactado. Si no se convierte en acciones, se devuelve como un préstamo tradicional. La conversión suele producirse durante una ronda de financiación o al alcanzar ciertos hitos estratégicos.
Por ejemplo, un inversor puede conceder un préstamo convertible de 100.000 euros a una startup, con la condición de que dicho importe se convierta en acciones si la empresa consigue financiación externa superior a 500.000 euros en el plazo de un año. Si esto sucede, el inversor obtendrá acciones valoradas a un precio preferente, permitiendo maximizar su retorno.
Las ventajas para el prestatario son evidentes: se aplaza la dilución del capital hasta que la empresa haya crecido y mejorado su valoración. Para el inversor, el préstamo convertible ofrece una menor exposición al riesgo inicial y la posibilidad de obtener una participación en una empresa en expansión.
Este mecanismo es especialmente común en fases iniciales de startups, donde la valoración de la empresa aún es incierta, permitiendo a ambas partes negociar una conversión más precisa una vez que el proyecto haya avanzado.