
El Índice de Precios al Consumo (IPC) es un indicador económico que mide la evolución del nivel de precios de un conjunto de bienes y servicios representativos del consumo de los hogares. Se calcula de forma periódica (normalmente mensual) y sirve como medida principal para analizar la inflación o deflación en una economía.
El IPC se basa en una “cesta de la compra” que contiene productos y servicios agrupados en categorías como alimentación, vivienda, transporte, ocio, educación o salud. A cada categoría se le asigna un peso relativo, según su importancia en el presupuesto medio de los consumidores. La variación del IPC refleja cuánto han cambiado el precio de esos productos en comparación con un periodo base, al alza (inflación) o a la baja (deflación). De forma simplificada, la fórmula del IPC sería:
IPC=(Coste de la cesta en el año actual /Coste de la cesta en el año base)×100
Si el IPC aumenta un 4% anual, significa que, en promedio, los precios han subido un 4% respecto al año anterior. Un salario que no suba al mismo ritmo pierde poder adquisitivo.
El IPC es un indicador importante para hacer previsiones sobre política monetaria porque es la principal medida de inflación de una economía, pero puede tener limitaciones, ya que no refleja las diferencias de consumo entre regiones o grupos sociales, ni siempre capta la composición de la cesta de la compra.