
Este análisis se centra en elementos como el precio de venta, los costes de producción, el tipo de cambio, la inflación o el volumen de ventas. Al modificar cada una de estas variables de forma independiente, se observa cómo cambian indicadores clave como el beneficio neto, el flujo de caja o el valor actual neto (VAN).
El análisis de sensibilidad es especialmente útil en la elaboración de planes de viabilidad, ya que permite anticipar los posibles riesgos financieros del proyecto. Por ejemplo, una empresa que prevé vender 10.000 unidades de su producto puede evaluar cómo afectaría una disminución del 15% en las ventas o un aumento del 20% en los costes de producción. Esto permite conocer los límites de tolerancia del proyecto y facilita la toma de decisiones estratégicas para reducir riesgos.
Este tipo de análisis también es común en la valoración de inversiones financieras. Los inversores utilizan este método para evaluar la variabilidad de la rentabilidad ante cambios en los tipos de interés, las cotizaciones bursátiles o el comportamiento de la competencia.
En conclusión, el análisis de sensibilidad es una herramienta esencial para la gestión del riesgo, ya que permite identificar las variables críticas de un proyecto y evaluar su impacto potencial, proporcionando así una base sólida para la toma de decisiones financieras y económicas.