
Los activos tóxicos son instrumentos financieros cuyo valor se ha desplomado significativamente o que presentan un alto riesgo de impago, generando pérdidas considerables para las entidades que los poseen. Estos activos se hicieron populares en la crisis hipotecaria de 2008, cuando miles de hipotecas de alto riesgo se convirtieron en activos imposibles de vender.
Ejemplos comunes de activos tóxicos:
Impacto en las empresas y bancos: La acumulación de activos tóxicos en el balance de una empresa puede deteriorar gravemente su estabilidad financiera. Por ello, los bancos y grandes empresas adoptan medidas como la venta de estos activos en mercados secundarios o la creación de sociedades especializadas para gestionar su riesgo.