
El activo corriente es una partida del balance contable de una empresa que está formado por todos aquellos bienes y derechos que espera convertir en dinero o consumir en el curso normal de su actividad, generalmente en un plazo inferior a un año. Se trata de elementos fundamentales para las operaciones diarias y la gestión del ciclo operativo.
Los principales componentes del activo corriente son:
La correcta gestión del activo corriente es esencial para garantizar la liquidez de la empresa y su capacidad para hacer frente a sus obligaciones financieras inmediatas, como el pago a proveedores o sueldos. Un nivel adecuado de activo corriente permite mantener el equilibrio financiero y evitar tensiones de tesorería.
Ejemplo: una empresa que tiene en su balance 20.000 euros en caja, 35.000 euros en cuentas por cobrar y 45.000 euros en inventario, cuenta con 100.000 euros de activo corriente para enfrentarse a sus deudas a corto plazo.
Este concepto se analiza habitualmente junto con el pasivo corriente para calcular ratios financieros, como el fondo de maniobra o el ratio de liquidez, que permiten evaluar el estado de liquidez de una empresa.